Que importante es tener amor propio. Esta es una gran
afirmación. Y con esta afirmación, empezamos una semana más en 7Artes.
No es un acto de banalidad, ni una coraza protectora de un
alma débil. Es ley de vida, más bien. La humildad, el trabajo, la constancia,
son elementos necesarios para todo ser humano de cierta calidad. Si hablamos de
todo esto, está claro que no cuentan todas estas virtudes con un “falsa”
delante. Falsa humildad, falsa constancia, etcétera.
La prepotencia por el contrario está mal vista. Incluso peor
vista que la falsa humildad. Curioso, teniendo en cuenta que la prepotencia va
de frente y la falsa humildad pretende ser aquello que no es y, encima, se nota
mucho. Si vas a mentirme, al menos, que no me entere.
La prepotencia tiene dos facetas. La prepotencia con sentido
y la prepotencia que no significa nada. La primera es aquella que obedece a la
máxima “Chuleo porque puedo”. La segunda es aquella prepotencia que sirve de
coraza, de escudo y de agilidad para esquivar una vida que en realidad no nos
gusta.
Pero todo esto ya lo expliqué. Lo repito con el objetivo de no
confundir la prepotencia con el amor propio. El amor propio si es fundamental.
Es imprescindible para tus relaciones con los demás, es importantísimo para
salir adelante en un mundo que te lo va a poner muy difícil. Mucho. Y no por
más odiarte, lamentarte o cortarte las venas al ritmo de Álex Ubago, va a
mejorar tu existencia.
El amor propio es un salvavidas. Hay que quererse a uno
mismo. Aceptarse con sus defectos y sus virtudes. Ser auténtico pasa también
por el amor propio. Si te quieres y sigues en tu línea eres único y por ende,
auténtico. Pero no confundamos el querernos con el no mejorarnos. Hay que
mejorar, siempre se puede mejorar. Siempre habrá alguien que sea mejor que tú.
Un ejemplo claro es el mío, yo soy bueno escribiendo y es mi materia, sin
embargo, día tras día veo a gente, a veces más joven que yo, que ha triunfado
en el mundo de las letras. Por ello, he de mejorar.
Sin embargo, mejora porque tú lo quieres, no porque te lo
digan otros. A veces, la gente solo desea borrar tu personalidad, cambiarte por
completo y hacerte manejable, solo por la amenaza que supones para su entorno o
para su propia inteligencia. Ten amor propio en esa ocasión también. Salva el
obstáculo de la influencia de la masa, la tribu que busca absorberte, como
decía Nietzsche.
En nuestras relaciones, el amor propio es muy importante.
Partimos de la base de que si tú no te quieres a ti mismo, difícilmente querrás
a otras personas y eso provocará a su vez, que nadie te quiera a ti. Si no te
respetas, no te respetarán. Si no tienes problema en aparentar ser un imbécil,
serás auténtico. Auténtico imbécil y eso, ya no es amor propio. Eso es
humillación pública, es falta de respeto contigo mismo. ¿Y eso en que
repercute? Básicamente, repercute en que, para los demás, serás mierda pura y
sin cortar, hablando mal y claro.
Hay gente que nunca tendrá amor propio y vivirán en este
mundo a través de la humillación constante. Pasarán por nuestras vidas como
cualquier objeto inanimado y nada de lo que digan influirá en ti. Si nunca
hubieses conocido a esa persona, tu vida seguiría igual, porque nada de lo que
dice o hace es trascendente. Ni para ti, ni para los demás y, por lógica, para
él tampoco. A no ser, que tenga un problema mental, se crea Rambo o piense que
a los demás nos importa su opinión. ¿Y todo porque? Por no tener un poquito de
amor propio.
En esta vida, o matas o mueres. O comes o eres comida de
depredadores. El amor propio nos ayuda a movernos en este mundo. Nos ayuda a
saber quienes somos y lo que significamos. Nos ayuda a que ningún acto de
nuestro prójimo nos pille por sorpresa. Nos da el poder de ser nosotros mismos,
de reconocernos aunque no estemos en compañía de otros.
Son años de aprendizaje. Pero miramos atrás y vemos que si
hemos aprendido y crecido. Estamos en el camino correcto. Mi amor propio me
obliga a ser así. Me dice día tras día que de un mensaje a la gente, aunque no
se aprecie o me den de patadas. Cuando uno no teme que le partan la cara, no
tiene nada que perder. Total, peor no va a quedar.
Esto fue todo por hoy. Nunca escribo pensando en nadie en
particular, solo lo hago. Pero si alguien se da por aludido para bien, bien. Si
se da por aludido para mal, mejora y sin rencores toma esto como unas
instrucciones para salir a flote y mejorar. Un saludo.
Aarón Hernández.
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