Bienvenidos un día más a 7Artes. Hoy vengo a hablaros de
cómo un don puede convertirse en una peligrosa arma de doble filo. Como lo
mismo que nos granjea el éxito puede darnos malos momentos, fracasos y, sobre
todo, situaciones injustas.
Hace ya algún tiempo, aquí, hablé de ser un líder, de tener
dotes de liderazgo y ensalcé todo lo bueno de ese don. Uno de los dones quizás
más preciados y que más lugar a problemas pueden dar. Como todo en esta vida,
ser líder o tener dotes de liderazgo es algo muy complicado de manejar.
No hablo en este caso de la inevitable cruz que es llevar el
peso de ciertas acciones, planes o, incluso, destinos de otras vidas. Está
claro que ser líder repercute en una gran responsabilidad, cuyo artículo mayor
es que el margen de error es de 0. Si tú siendo líder fallas, muchas personas
caerán como fichas de dominó.
Tampoco hablo en este caso de la corruptela. De cómo al
ascender al poder o al tener una capacidad de influencia sobre los demás puedes
llegar a usar la manipulación y, sobre todo, como puedes aprovecharte de tu
estatus para tus propios intereses. Esto lo vemos día tras día en las noticias.
Políticos a los que se les votó que se corrompen y abusan de un ciudadano cada
vez más castigado y asfixiado.
En este caso, voy a hablar de los problemas injustos que se
derivan de tener una personalidad fuerte, de líder, de ‘cabecilla’.
Precisamente ese es el apodo que más connotación negativa puede tener el hecho
de que los demás te hagan caso. El ser
mediocre, por descarte, confundirá a un líder con un cabecilla. Antes de entrar
en materia, expliquemos la diferencia entre un líder y un cabecilla.
Según el diccionario de la Real Academia Española, la RAE,
esta es la definición para líder y para cabecilla:
Líder: Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como
jefe u orientadora.
Cabecilla: 1. Jefe de rebeldes.
2. Persona
de mal porte, de mala conducta o de poco juicio.
Como han podido comprobar, la palabra ‘cabecilla’ alberga
una connotación negativa. En resumidas cuentas, un cabecilla es el líder de los
malos, el manipulador, el villano maestro, el malvado que usa el poder de su
personalidad para obligar a gente indefensa hacer cosas que no quieren hacer.
Si hay algo claro e indiscutible en este mundo es que ni los
malos son tan malos, ni los buenos tan buenos. Todos deberíamos partir de esa
base a la hora de juzgar a alguien con una personalidad atractiva o digna de
ser admirada, respetada y, además, seguida. Lo de ‘obligar’ a hacer algo no me
cuadra. Hasta ahora, en todos los casos de cabecillas injustamente juzgados,
ninguno de ellos le puso una pistola en el pecho a alguien para que hiciese
algo. Todo el mundo es libre de hacer lo que quiera y en el caso de que al otro
lo valoren (O se auto-valore) como una persona influenciable, no está haciendo
más que quedar en ridículo y decirle al mundo que tiene 0 personalidad y una
capacidad de decisión limitada o nula.
Quizás la persona que dice actuar por influencia de unas
tretas mentales del cabecilla, no es en realidad lo que aparenta. Puede que en
realidad, en su momento, le gustase la idea del cabecilla y decidiese seguirlo.
Cuando las cosas se torcieron, las ratas abandonaron el barco y dijeron que el
malvado dictador les había obligado.
Parece que hablo de complots criminales o de gobiernos. Pero
no. Si tienes una personalidad de líder, aunque seas una persona normal, puedes
que te encuentres son estos problemas en tu día a día. Es el riesgo de sufrir
injustas valoraciones. No voy a meterme en la terna para no parecer prepotente
y que los casposos vengan a decir “Eres
un chulo, que líder vas a ser tú, unfollow por apestoso xd, jijiji, viva Justin
que es más guapo que tú”.
Así que me dirigiré a ti. Hombre o mujer, chico o chica, que
en algún momento de tu existencia has sufrido la injusticia de que te
cataloguen como cabecilla. A ti me dirijo cuando te digo esto.
1. Siempre que haya una rebelión en tu entorno, seas o no
responsable, serás el responsable.
2. Siempre que los demás por cuenta propia decidan algo de
lo que no estás enterado, estarás enterado y serás el malvado autor.
3. Cuando se genere un fallo o un problema, tú serás el
máximo responsable de ello.
4. Si se comete una tropelía de forma anónima, tú serás el
que se esconde detrás de ello.
5. Aunque estés fuera de ese entorno, te hayas marchado del
país o estés muerto, si sucede algo en
tu anterior entorno, seguirás siendo el responsable de ello.
Y así podríamos seguir hasta mañana y pasado. Mi consejo es
que cualquier precio es válido por el placer de ser auténtico y no pertenecer
al rebaño. Y te lo digo a ti, a el que sufre estas injusticias. A aquel que me
lee a través de su pantalla y al mirar a su alrededor, ve que esa es la
realidad que le persigue. Tú y solo tú, se auténtico. Eres un líder, no un
cabecilla, ni un tirano, ni un dictador. Líder.
Y a ti, supuesto manipulado, te digo que mires a tu
alrededor y sepas que nada tiene tanto poder como tu libertad de decisión y tu
personalidad. Lucha por no acabar alienado, lucha por ser tu mismo tú también.
No te estanques.
En mi caso, hace mucho tiempo que estoy retirado del oficio
de ‘cabecilla’. A mi déjenme descansar, pero déjenme también compartir mi
honesta sabiduría para con las generaciones venideras. Escrito queda.
Y esto ha sido todo por esta semana. Nos vemos el próximo
lunes con más reflexiones, noticias y análisis. Un saludo y sean felices, como
yo.
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