Bienvenidos damas y caballeros un día más a 7Artes. Hoy
vamos a hacer la primera reflexión de la temporada. Una reflexión sobre un tema
que muchos tratan a la ligera y usan como forma de insulto o como señal de
defecto: el orgullo.
¿Qué es el orgullo? ¿Es lo mismo que dignidad? Yo creo,
siempre desde mi punto de vista subjetivo, que el orgullo es una dignidad que
se ha maquillado y vestido como una puta. El orgullo resalta la parte mala de
tener dignidad. Es una distorsión de algo que todos tenemos.
La dignidad nos es dada al nacer y no se pierde nunca. Por
mucho que pensemos en los momentos de flaqueza que la hemos perdido, es algo
que morirá con nosotros. Nuestra dignidad es nuestro honor. No perderla nunca
no significa no exponerla. Debemos cuidarnos de jugarnos la dignidad en una
mano de cartas perdedoras y engañosas. Así, la dignidad se conserva intacta
cuando somos fieles a nuestros principios y no nos dejamos someter por
intereses ajenos.
Nuestra dignidad nos enseña el camino que hay que seguir.
Nos muestra que no debemos hacer cuando nos duele. Porque la dignidad duele. Es
una puñalada en medio del corazón que nos advierte de que algo no va bien, de
que estamos poniendo en riesgo nuestro estatus. No el estatus de cara al público,
pues el público es solo eso, público, y tú eres la estrella, el protagonista. Por
ello, cuando digo estatus, me refiero a nuestro estado interior, al equilibrio
que no puede verse perturbado dentro de nuestro corazón.
Este equilibrio peligra cuando peligra nuestra dignidad. La
dignidad es el chivato, el aviso. Nos informa de que no estamos haciendo las
cosas bien, con nosotros mismos. Porque la dignidad es algo egoísta pero
necesario. Evita que seamos pisoteados, evita que nos arrastremos en vano.
Evita que pongamos en peligro a nuestros seres queridos. Evita, al fin y al
cabo, que alguien esté por encima de nosotros mismos. Siempre créete el mejor, sin
pisotear, pero créelo, solo así conservaras intacta tu dignidad, porque nadie
va a creer en ti, si no crees tú.
¿Que hay del orgullo? El orgullo es la dignidad que ha
creado el ser humano. Es la distorsión del honor. Es aún más egoísta que la
dignidad. El orgullo está clavado en medio del pecho, como un escudo
presuntuoso que intenta proteger la dignidad. Es un escudo peligroso. Intenta
proteger, pero los impactos pueden hacer que se vuelva contra ti.
El orgullo nos hace más egoístas. Anula la capacidad de
pedir perdón, de admitir el error, de poner el estatus público en peligro. Es
una máscara. Una fachada de cara a un público que debería importarnos más bien
poco. El orgullo ensalza “el que dirán”. Nos vuelve idiotas y desdichados.
Acaba con nuestras relaciones personales. Cuando nos hieren
el orgullo no entramos en razón. Quizás la dignidad está intacta, pero el
orgullo herido es más de lo que podemos soportar. Porque lo hemos inventado
nosotros, demostrando así que hemos creado gran cantidad de artificios sentimentales
que nos vuelven desdichados y solitarios. Artificios que convierten cada día más
al mundo en un gran baile de drama.
Cuanto más orgullo, menos dignidad. Cuando damos todo por
conservar el orgullo, perdemos nuestra dignidad personal. Perdemos lo único que
nos hace respetables en nuestro fuero interno. Si no sabemos perdonar, pedir
perdón o mostrar que a veces nos equivocamos, seremos más orgullosos. También más
indignos.
¿Orgullo o dignidad?
Sean felices, como yo.
Aarón Hernández.
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