martes, 20 de mayo de 2014

Ella.


*Pura ficción

Bueno, ella no era como los demás. Era diferente. Y en eso se basaba toda su vida, y por tanto, su historia.

Era diferenta a hombres y mujeres. Solo era distinta. No se dejaba llevar por las convenciones sociales. Era increíblemente hermosa y sin embargo, ella no lo notaba. No notaba esas miradas que la recorrían de arriba abajo, y no era para menos.

Pero era una verdadera lastima que esas miradas no fuesen capaces de ver más hacia dentro. Y no, no nos referimos a la belleza que podría albergar su cuerpo desnudo. Nos referimos al verdadero interior. Porque era increíble, era tan sumamente hermosa por dentro como por fuera.

El solo poder conocerla en la intimidad, ver como se dejaba ser solamente ella, era sublime. Hacía que uno realmente supiese que el mundo aún tenía algo bueno reservado para todos nosotros. Ella era en sí misma su propio significado. Su propia filosofía.

A veces era inconstante y te golpeaba con arrebatos de poca piedad. En esos momentos, creías que no volverías a confiar en ella. Creías que te la había jugado, que ella no estaba hecha para ti. Que no querías seguir viéndola, tocándola y amándola.

Y aún así siempre seguías. Siempre ibas más allá con ella. Cuando te traía un cachorro a casa, un niño, un paisaje pintado con la maestría que solo, solo, ella tenía. Siempre te sorprendía y te reconquistaba con alguna nueva maravilla. Te daba razones para seguir con ella.

Recorrer su cuerpo hacía entrar en pánico a cualquiera. Siempre parecía un camino escarpado, pero corto, muy corto. No querías acabar de recorrerla y temías que llegase el día en el que no pudieses recorrerlo más. Un camino de delicias y pecados. De risas y llantos.

Y cuando sabes que ella se va y que no volverá. Que no volverás a escuchar esas risas, esos llantos. Que no volverás a ver esos paisajes. No volverás a verla en bruto. A verla y a entenderla. Y te das cuenta de que nunca lo hiciste, nunca la entendiste. Hasta ese último momento, en el que se va. Y notas que lo su verdadero significado residía en cada gran momento que ella te brindaba. Residía en su belleza desnuda. En verla sin esos ropajes llenos de dolor. Sin el maquillaje del dinero, el poder y la soberbia.

Y ya era tarde. Y el cuerpo que recorrías se había terminado. Y solo quedaba el silencio y la oscuridad de su ausencia. Y un corazón roto que se da cuenta de que nunca le dijiste “te amo”. Nunca.

Ella se llamaba vida. Y había que vivirla.

Esto ha sido todo por hoy. Amen la vida. Grítenlo. Un saludo. Sean felices, como yo.

Aarón Hernández.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.