lunes, 11 de febrero de 2013

Nos olvidamos de la vida.


Comenzamos una nueva semana en 7Artes. La polémica ha estado servida por mi opinión sobre el famoso Lipdub. La verdad es que todos no hemos beneficiado de la polémica. Yo he tenido más visitas, el vídeo ha tenido más visitas y además muchos ya han conseguido motivos claros para odiarme. Así no solo me odiarán por ser yo, si no que lo harán por haber ofendido su honor. Sin ánimo de ofender, no hay ofensa.

Sin embargo esto ya forma parte del pasado y no podemos estancarnos. Para mi, solo fue una crítica más. Ahora hay que seguir y seguimos con nuestra reflexión de todos los Lunes. Hoy quería empezar la semana con un nuevo canto a la vida.

Un gran amigo mío, normalmente dice una frase que viene muy bien al tema de hoy: "Vivo, que no es poco". Es una frase que resume de una forma muy simple, un sentir profundo que en muchas ocasiones pasa desapercibido ante nuestras miradas. El título nos dice algo que muchas veces no queremos comprender.

La vida está siempre ahí. Presente en todo momento. Una vida que hacemos complicada y que en muchas ocasiones no vivimos. Nos olvidamos de ella y solo nos centramos en los problemas que plantea la existencia. Nos centramos en la vida de los demás, nos centramos en odiar y nos centramos en amar tan fuertemente que sobrepasa los límites de nuestra propia vida.

Nos olvidamos de lo verdaderamente importante. Estamos vivos. La vida está llena de problemas, horror y tristeza. Aún así, estamos vivos. Y ya es mucho más de lo que nos merecemos. Repudiamos tanto a la vida que no somos merecedores de disfrutarla. Y aunque parezca imposible en los momentos más bajos de moral, la vida se puede disfrutar.

La montaña, la playa, un bosque. Son lugares que simbolizan de forma clara lo fantástica que es la vida. Nos enseñan que tenemos un mundo increíble, que somos sus dueños y que podemos disfrutarlo. Los enamorados amándose, los niños jugando sin preocupaciones, los ancianos que llevan muchos años encima y aún así tienen ganas de seguir viviendo y ver crecer a las generaciones que ellos mismos han creado. Son ejemplos de personas que aman la vida.

Y nosotros, jóvenes. Con una vida por delante y sin embargo, no nos damos cuenta de que está ahí. A veces tenemos ganas de tirar la toalla y no seguir recorriendo éste camino, cuando aún no llevamos nada andado. Y somos egoístas. Somos muy egoístas porque no valoramos la posibilidad de seguir vivos, mientras que hay gente que daría todo lo que tiene por vivir unos meses más.

Es un tópico, pero comprender la importancia de la vida es difícil. En muchas ocasiones nos preguntamos porque somos nosotros. ¿Porque nosotros fuimos el espermatozoide más rápido? (Aunque algunos no se crean que yo lo fuese). Pero es así. Somos los elegidos para poblar éste ecosistema que es nuestro entorno. Y Dios los cría y ellos se juntan. Y forjamos así un paisaje emocional completamente distinto al de otra persona.

Eso nos hace a todos únicos. Ninguna otra persona va a tener tu mismo paisaje emocional. Nadie va a querer a exactamente todas las personas a las que tu quieres, siempre hay diferencias. Cada uno tiene su vida y no debería olvidarse de que la tiene. Somos dueños de el devenir de nuestras existencias y en el fin de los días echaremos de menos haber vivido más y mejor.

No pretendo dar lecciones de la vida. Yo mismo tengo las mismas inseguridades, problemas y preocupaciones que vosotros. No puedo enseñarle a nadie nada de la vida. Lo que sí tengo claro es que quiero disfrutar la vida lo mejor posible. Si eso incluye ser algo egoísta, ser arriesgado, ser polémico, yo lo firmo.

Ahí que vivir sin censurarse. Sin coartar tu libertad de expresión, sin esconder tus sentimientos, sin alzar la voz. Solo siendo libre se puede vivir bien. Y, hasta a veces, en la cárcel más oscura se puede ser feliz si no olvidas que estás vivo. Si no te olvidas de la vida.

Y esto ha sido todo por hoy. Recuerden lo que decía Sócrates: "El hombre que no piensa sino en vivir, no vive". Odiadme o queredme, pero no os quedéis indiferentes. Eso nunca.

Aarón Hernández.

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