Bienvenidos, damas y caballeros, un día más a 7Artes. Hoy
volveré a hablar de fútbol. No de puro fútbol. Más bien hablaré de la polémica
que rodea al fútbol. De la eterna habladuría en la televisión. De los
comentarios que se hacen en las mesas de los restaurantes más pomposos de
Madrid. De las invitaciones a bodas. De los asados. De los apadrinamientos.
Hablaremos de Iker Casillas.
Aviso que escribo estas líneas a las 17:00 del martes. Aún
no se ha jugado el partido frente al Basilea. Partido en el que con total
probabilidad, Casillas vuelva a ser alineado titular tras una más que
vergonzosa actuación ante el Atlético. No nos equivoquemos, prácticamente todos
los jugadores del Real Madrid decepcionaron y la derrota fue culpa de todos.
Pero claro, es imposible no perder contra un equipo que la clava a balón
parado, teniendo bajo los palos a un portero que entra en pánico con cada balón
aéreo.
Puede que al escribirlo ahora, esta noche, Casillas haga una
gran actuación contra el Basilea. Puede que me tenga que tragar mis palabras
frente a todos los que apoyan a Casillas con una locura exacerbada. Pero seamos
claros. La actuación que haga esta noche, será un oasis en medio de un desierto
de errores. Errores que han llegado a balón parado sobre todo.
Desde el gol de Bartra en la final de la Copa del Rey,
Casillas ha ido mostrando más y más que no era merecedor de tener minutos en la
portería del mejor equipo del mundo. El más importante de la historia. El más
exigente. Los Casillistas se hacen llamar también Madridistas. Pero no amigos,
un Madridista quiere lo mejor para el Real Madrid. No quiere lo mejor para un
jugador que, desde hace mucho tiempo, ha demostrado que no tiene ningún amor
propio.
La falta de amor propio de Iker Casillas es también la falta
de justicia consecuente para con el Madrid. Su inmovilidad del club, que echó
antes a Diego López, solo ha supuesto un acto más de falta de vergüenza. A
Casillas le falta vergüenza. Es el capitán del Real Madrid y no sabe decir adiós.
No quiere decir adiós. Durante muchos años ha sido el santo, el salvador del
Madrid y de la selección española. Ha sido un grande bajo los palos. Pero todo
termina. Ha terminado.
Parece ser que el señor Casillas no solo está ciego para los
balones aéreos. También lo está para ver cuando su tiempo a terminado. Alarga,
estira el adiós, hasta hacerlo eterno. Hasta hacer eterna su salida, tan eterna
como se nos hace la vida a los aficionados cuando un balón vuela desde la
esquina hasta el área que defiende nuestro capitán.
Un capitán también sabe cuando marcharse. No digo que
Casillas esté para retirarse. Sin embargo, no está para jugar en el Real
Madrid. La cantada de la final de Champions que casi nos condena a un
ostracismo eterno también fue destacada. Con la selección en el mundial, más de
lo mismo. En pretemporada contra el United, aún más.
No soy Mourinhista. Soy de Carlo desde que llegó. Confié en
Ancelotti en los buenos momentos y en los malos. Creí en él. Sigo creyendo en él.
Pero ni entendí, ni entiendo, la decisión de la portería. Más aún viendo las
actuaciones del santo de Móstoles. Pero había que creer. Casillas era el
elegido y había que apoyar al portero del Madrid.
Pero llegaron actuaciones malas. Así hasta el sábado. Allí,
el adiós eterno de Casillas se hizo aún mayor. El Bernabéu pitó. Y en Italia,
Diego López cantaba clamorosamente con el Milan. Los periodistas que tanto han
recibido de Casillas “El que tanto nos ha dado”, afilaron sus colmillos y
desviaron la atención con la misma maestría con la que Iker desvía balones con
la mirada. Ridiculizar a Diego fue el deporte y los Casillistas se sumaron.
¿Es Diego López portero del Madrid? No. Pues me da igual. A
mi me importa el tipo que hay bajo los palos del equipo de mi vida. El equipo
por el que sufro y al que amo. Casillas es el capitán. Nos ha dado mucho. El
santo. Dejemos los santos para los calendarios y para las iglesias. En el
Madrid no quiero santos, quiero porteros en forma. Y mientras escribo estas líneas
Keylor Navas sigue siendo suplente.
Esta noche jugará Iker. Sorpresa y aplauso sería que Keylor
entrase en escena. Un beso en los labios merecería Ancelotti. Pero jugará Iker.
Puede que me trague mis palabras esta noche, pero seguiremos a 6 puntos del
Barça y mucho que ver tendrá el Santo.
No soy anti – Casillas. Voy en contra de cualquier agente
nocivo en mi equipo. Quiero un portero. Quiero un capitán. Quiero seguridad
bajo palos. Quiero a Keylor Navas. No quiero a Iker Casillas. No quiero a Xavi Hernández.
Aarón Hernández.
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