miércoles, 14 de enero de 2015

Es tu problema.


Bienvenidos damas y caballeros al nuevo renacer de 7Artes. Había que retomarlo con más ganas. Con más fuerza. Con más sentido y significado. Aquí estamos de nuevo. Aquí estoy de nuevo, con mucho que contar. Con mucho que escribir.

Leer mis líneas o no, es tu problema. Interpretar bien o mal mis palabras, es tu problema. Es tu vida.
Es tu percepción. Eres tú y tus cosas. Yo no tengo nada que ver ahí. Solo pongo las letras unas junto a otras y no por ello estoy atacando o defendiendo a nadie. No estoy escupiéndote en la jodida cara. Yo soy yo y mis cosas. Eso es mi problema.

¿Queda claro?

Diré más.

Amar o no amar. Ser amado o equivocarte con la persona a la que amas, es tu problema. Perderte en la vida y encontrarte solo, es tu problema. No es culpa nuestra. No hay culpables cuando se trata de tus errores, de tus problemas. La autocompasión no te va a llevar a ninguna arte y, muy probablemente, si te lleva a algún sitio, sea a un pozo de desolación y excrementos.

Voy a ser duro. Voy a ser muy cabrón. Los demás no estamos aquí para ayudarte con tus errores. Los demás tenemos los nuestros. Tenemos nuestros problemas. Nuestra vida no se basa en no respirar y no poder dormir por la preocupación de que a ti te cueste llegar a fin de mes o que tu novia/o te haya dejado. Joder, tenemos mejores cosas que hacer.

Tenemos que mirarnos el ombligo y querernos frente al espejo. Acariciarnos nuestra bella cara y preocuparnos tan solo de nuestra existencia. Ese es el mundo en el que vivimos. Un cúmulo de prepotencias e insolidaridad. Si te gusta bien. Si no, ese es tu problema.

Aquí, entiéndeme, no hay segundas oportunidades. Tu llanto es molesto al oído y salpica mi ropa. Esa ropa me cuesta el dinero que gano día a día, tratando de ser el mejor. Luchando por subir a lo más alto del árbol y coger los más preciados bienes. Y a Dios, o lo que sea, pongo por testigo que te destrozaré y te pisotearé por llegar más alto. Y tu llanto y tu familia hambrienta valdrá menos que nada. Mi cerebro no conectará con mis oídos cuando se trata de un sollozo. Ese es tu problema amigo. Aquí hay que ser duro.

Despiadado. Si tú eres un buenazo, tu problema es. El mundo y yo te daremos la espalda. Te vas a joder vivo amigo. Soy todos. Soy tus vecinos. Soy tus compañeros de clase. Soy tus políticos.

¿Sabes quién soy?

Soy la sociedad, y tus problemas, no son los míos.

Quizás no. Quizás estamos equivocados ¿Hay esperanza? Debe haberla.

Si no hubiese esperanza el mundo estaría completamente condenado. El fuego de la indiferencia arrasaría con todo. La gente se quedaría en la calle y moriría de hambre sin que nadie ayudase. Y unos pocos no son suficientes. Aún no todos hemos entendido que los problemas de los demás son los nuestros. En un futuro lo que nosotros hemos levantado y que nos genera una zona de confort podría desvanecerse.

Si los grandes mandatarios no supiesen ayudar a sus votantes, estaríamos condenados. La humanidad se iría al desastre más completo. Nuestro sino en la tierra se vería difuminado. Dios mío ¿Y si los precursores del amarás al prójimo no fuesen capaces de ayudar realmente a la gente? ¿Y si el mensaje de pobreza de Jesucristo cállese en saco roto? El mundo sería un baile de hipocresía y presunción absurda.

Nos iríamos al garete. Nuestra sociedad no merecería la existencia si consintiésemos que personas mayores se quedasen en la calle ¿Que sería de nosotros si valorásemos a los demás por lo que tienen y no por lo que son? Imaginad el mundo sin afectos. Una sociedad en la que solo el deseo carnal nos uniese. Un sitio donde el amor más puro y sin edulcorar, fuese suficiente para la burla. Burla salida de unas bocas amargadas que no han sabido amar.

¿Os imagináis que no supiésemos amar?

Suerte que nada de eso sucede.

¿O si?

Puede ser. Probablemente si suceda todo eso. Probablemente si estemos inmersos en una sociedad en decadencia. Seguramente, si el grueso de la sociedad hablase con sinceridad, lo haría como al inicio de estas líneas. No busco crear mejores personas. Sería hipócrita, porque yo no soy mejor que ninguno de vosotros. Sin embargo, lo mío es la crítica. A todos se nos clavan estas palabras como si fuesen alfileres.

Quizás no yo. Quizás no tú el que me lees. Pero alguien habrá. Alguien con su buena fe y su buen corazón, ayudará a los demás. Hará del mundo un lugar un poquito mejor. Pero ¿Qué es esa hormiguita de buen corazón en un mar de maldad? Nada. El pequeño no puede ayudar. Debería hacerlo el grande. Decía Kevin Spacey: "Cuando uno tiene, hay que dar". Pero de los grandes, de los ricos, eso solo lo dice Spacey y pocos más. Aquí en España nadie lo dice y parece que nadie lo dirá. Triste. Cierto. Crudo.

Es lo que hay. Al fin y al cabo, es nuestro problema.

Eso fue todo. En nuestro regreso, publicaré un día al azar de cada semana. Pero lo que si es seguro es que volvemos con entregas semanales.

Aarón Hernández.

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