martes, 3 de febrero de 2015

La Esencia.


Bienvenidos a 7Artes una semana más. Hoy vamos a hablar de la esencia. La esencia es algo abstracto. Quizás es lo más sustancioso de una persona, su atmósfera. Lo que desprende. Quizás hoy vamos a hablar en términos muy complicados.

La esencia es aquello que notamos en las personas, en los lugares, en los recuerdos, pero que difícilmente sabemos explicar con palabras. No encontramos la forma de definir realmente que es la esencia o que clase de esencia tiene algo. Es como un aura que gira alrededor de alguien o algo y lo convierte en sublime.

Según el diccionario, la esencia es el conjunto de características permanentes e invariables que determinan la naturaleza de un ser. Ahí lo dice, "permanentes e invariables". Y es que la esencia es algo que supera el paso del tiempo e incluso la muerte. Lo trasciende todo. Es un tono, un olor, una brisa. Es algo que cambia la visión general. Algo que se ve distinto.

También podemos plantearnos la posibilidad de que la esencia sea una cosa subjetiva. Inherente a cada persona. No todos, quizás, captan la esencia de las cosas. No por ello son incultos o estúpidos. Simplemente tienen otras miras, otras formas de ver las cosas y lo que tú crees que tiene esencia, para ellos no. Y viceversa, sin hombres ni mujeres.

Otra acepción del diccionario dice:  extracto líquido y concentrado de una sustancia. Si pudiésemos exprimir la esencia de las cosas, quizás podríamos determinar con mayor acierto qué es lo que las hace especiales. Tendríamos una formula milagrosa para insuflar éxito a nuestros proyectos y a nuestras relaciones personales. Y entonces la esencia perdería su esencia. Así son las cosas.

El inicio de una relación amorosa, de una amistad, un film, un libro, un verso, un momento en el tiempo, un lugar y, por supuesto, una persona. El solo pensamiento en cada uno de estos elementos trae a la mente un olor y un sabor. Un vuelco en el corazón, unas cosquillas en el estómago. Eso es esencia. Esa brisa melancólica. Esas lágrimas empujadas por el recuerdo. Esa sonrisa estúpida.

Y como siempre, el ser humano comete el error. El error de buscar desesperadamente que otras cosas tengan una esencia parecida a las anteriores que han vivido. Y nos equivocamos. Buscando personas que nos hagan sentir como lo hicieron otras. Emocionarnos en lugares que no lo logran ni aunque tenga un precioso paisaje bajo la puesta de sol y demás cursiladas.

Parece como si no valorásemos la esencia de las cosas en su momento y, una vez perdidas, nos lanzásemos en la búsqueda de imitaciones. De insatisfactorias pantomimas. De mentiras que nos arranquen una sonrisa que se queda congelada. Una falsa máscara bajo la que se esconde una conciencia que te dice una y otra vez "Esto no es real. Jódete". Eso no tiene esencia. Está vacío. Y hay miles de caras bonitas que están vacías por dentro y que nunca tendrán la esencia de una sonrisa imperfecta. De una peca bien colocada en el paisaje de un jodido cuerpo con esencia.

Nos mentimos. Y cuando nos damos cuenta, miramos al pasado y sentimos ese pinchazo en la nuca. Esa corriente que nos trae la esencia de lo que ya no está. Y los ojos se nos inundan. Y maldecimos al tiempo. Y nos compadecemos de nosotros mismos cuando, sinceramente, no merecemos ni eso. Por tontos. Añoramos y nos duele el corazón, pero nos queda la suave recompensa de que la esencia siempre vuelve con una vista al pasado.

Los momentos y las personas mueren. La esencia nunca morirá mientras la mantengamos viva en nuestro recuerdo. Y así, solo así, podremos seguir emocionándonos, riéndonos y enamorándonos. Pero esta vez, de verdad. No más mentiras. Solo verdad. Solo esencia.

Aarón Hernández.

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