sábado, 2 de enero de 2016

¿Qué tiene la lluvia?


¿Qué tiene la lluvia? Nadie lo sabe. Serán las nubes oscuras, el sonido de las gotas al caer contra el suelo o simplemente el olor de la tierra mojada. 

Sea lo que sea, nos transforma. Nos inspira. Ese sonido nos relaja. Ese olor nos trae recuerdos que parecen estar anclados en lo más profundo de nuestro cerebro. Y nunca logramos llegar a recordarlos del todo. Solo están ahí y se hacen tremendamente reales cuando olemos la tierra mojada y sin embargo, son tan reales como, irónicamente, imperceptibles. 

Para un escritor el ruido de la lluvia es la mejor inspiración. Mirar de vez en cuando por la ventana hace que fluyan esas musas melancólicas del mismo modo que las lágrimas actúan como calmante en aquellos rotos que intentan dormir. 

¿Qué es la lluvia para los enamorados? Un motivo por el que acurrucarse frente a la ventana y simplemente mirar sin decir nada más. O mejor aún, un motivo por el que salir bajo la lluvia y pasear empapándose también espiritualmente de los sonidos y los olores. Decían siempre que los besos eran más románticos bajo la lluvia.

Es más fácil romperse bajo la lluvia. Quebrarse en una situación de estrés o de presión. Es más fácil salir a pasear bajo la lluvia cuando estás mal. Cuando volver calado hasta los huesos no importa ya. 

Es difícil trabajar bajo la lluvia, como yo he hecho en tantas ocasiones. Tu trabajo cobra importancia. Cuando no tienes donde resguardarte y acabas como si te hubieses tirado a un maldito océano. Te sientes quizás más realizado. Como si el trabajo de todos los días hubiese sido más duro o más valioso. Y todo por la lluvia.  

¿Qué tiene la lluvia? Que es romántica, dura, triste, melancólica, inspiradora y cegadora a partes iguales. Lo es todo para unos y nada para otros. Hay gente que solo quiere el sol y el calor. Gente que no llega a entender que la lluvia y el frío no son sinónimos de falta de calor. No hablo solo del calor humano del que te acompañe en esos momentos de lluvia. Hablo del calor que sentimos dentro. Del extraño escalofrío ardiente que supone embriagarse de las situaciones y los pensamientos bajo un manto de lluvia incesante. 

Quizás, la lluvia es solo para los románticos melancólicos que miran a través de su ventana y deciden que es un buen día para escribir. Un buen día para pensar. Un buen día para enamorarse. Quien sabe. Tal vez solo unos pocos elegidos son capaces de ver más allá de un simple fenómeno climático. O quizás somos unos teatreros de campeonato. Quien sabe. 

¿Qué tendrá? ¿Que diablos tiene la lluvia?

Aarón Hernández.

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