Si hay un grupo que ha marcado una época en la música
española es Mecano. Los 80, el síndrome de abstinencia, los teñidos muy locos y
los yonkis que te apuñalan en el portal, forman parte de la idiosincrasia de
este grupo que estaba formado por una señora que parecía un señor, Ana Torroja,
de nombre gracioso cuanto menos y que da lugar a muchos chistes sobre zonas
íntimas. Los otros dos eran los hermanos Cano, Nacho y el otro. En fin, dos
colgaos que escribían las letras.
Pues bien. Hoy, en el regreso de 7Artes, mañana y el
miércoles, os traeré mi análisis de tres de sus canciones más destacadas.
Tómenselo con humor y ya aprovecho también para dedicarle este artículo a la
persona que me inspiró, Salvador Rayo. Lo pueden seguir en Twitter, @SalvaRayo.
Me colé en una fiesta
Una de las canciones más reconocidas de la banda de la
movida madrileña. Pues bien. Esta canción, a mi parecer, trata sobre un
gordito, un mocito feliz que decide colarse en una fiesta sin haber sido
invitado. El muchacho tiene poca vergüenza y se la suda bastante ser catalogado
de acoplado porque el lo que quiere es mojar el churro con urgencia (Como todos
los protagonistas de las canciones de Mecano, son unos viciosos).
Según nos explica la canción, nuestro mocito no fue invitado
a la súper fiesta, pero fue de todas formas porque piensa que el protocolo de
invitación – asistencia es de pobres. Mocito se esconde tras una esquina, pese
a que su trasero se ve desde Saturno y su táctica de camuflaje es cuanto menos,
ridícula. Unos entran, otros salen y entre el barullo, él se cuela cual
elefante en cacharrería.
Entonces, Anita Torroja nos describe la fiesta. El gordo se
regodea en su acto de vil maldad y acople máximo afirmando “Allí me colé, en tu
fiesta me planté”. Es como regodeándose, como diciendo “Me río en tu puta cara
payasa. Me he colado en tu fiesta y me vas a ver mi puto careto de gorrino”. En
la fiesta había Coca Cola para todos, así que si querías mamarte te tenías que
llevar la petaca cargada de ginebra, porque allí ni gota de alcohol. Drogas
tampoco había porque se las habían consumido todas Ana, Nacho y el otro. Algo
de comer. No había ni una triste pizza de microondas. Eran 3 bolsas de
pelotazos, kaskys y unas ruffles sabor jamón caducadas.
Para rematar la situación, resulta que hay muchas niñas
monas, guapillas, graciosas a la vista y de alegre constitución, pero ninguna
va sola. Lleva al correspondiente maromo que te sopla una hostia si se te
escapa una lasciva mirada ochentera. Sin embargo, nuestro gordito grumete no se
decepciona ante tal panorama de arca de Noé y tan horrible catering. ¿Por qué?
Porque hay luces de colores. Con las luces se soluciona todo y nuestro gordito
afirma que “Lo pasaré bien”.
La falta de alcohol inicia la duda en nuestro protagonista
“¿Quién me la va a presentar?” “¿Qué es lo que le voy a contar?”. Con esto deja
claro que es un sinvergüenza y que si no estaba invitado a esa fiesta era
porque ni siquiera lo conocía la tipa que organizaba el guateque. ¿Qué le vas a
contar? Pues arréglatelas bien para explicar tu allanamiento de morada porque
si no se va a personar la Guardia Civil y te va a llevar al cuartelillo a pasar
la noche con unos negros congoleños que acaban de saltar la valla de Ceuta en
busca de un próspero futuro en la industria de la magia negra y la santería.
Nuestro gordo la ve pasar (A la dueña de la casa) y se
esconde detrás de un plato de ruffles para mirar lascivamente como se pasea con
su traje transparente. Se conoce que la muchacha es un poco suertecilla y le gusta
provocar con un traje transparente y prescindiendo de ropa interior. Estamos en
los 80, por tanto, la gente veía su traje transparente y también el mapache
peludo que habitaba en su entrepierna.
Así las cosas, la chica ve a nuestro gordito y se le acerca.
Como para no ver al jodío, escondido tras un plato de ruffles sabor jamón y con
las lorzas asomando. El flechazo fue instantáneo y cayó entre sus brazos. Aquí
el gordo, Ana, Nacho y el otro se han flipado. Ni flechazo, ni niño muerto. La
realidad es que la amiga del traje transparente ya se había cepillado a todos
los de la fiesta (Hombres y mujeres, muy al estilo Mecano) y le quedaba el
gordito para hacer el pleno al 15. Así que, para adelante con el gordo.
Todo se habría solucionado poniendo a un portero rumano en la puerta. No estuvieron rápidos.
Todo se habría solucionado poniendo a un portero rumano en la puerta. No estuvieron rápidos.
Y ese es mi análisis. Recuerdo que este “especial” de Mecano
se prolonga hasta el miércoles, por lo que tendréis buena dosis de 7Artes. Mañana
toca “Hijo de la Luna” así que no se lo pierdan. Un saludo. Sean felices, como
yo.
Aarón Hernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.