lunes, 28 de enero de 2013

Dificultades.


Bienvenidos una semana más a 7 Artes. Hoy traemos una reflexión. Una sobre la dificultad de las cosas en general. Lo difíciles que pueden ser o lo difíciles que las podemos hacer nosotros mismos.

Quiero empezar esta reflexión con algo Tarantiniano. De nuevo hago referencia al director de Knoxville, porque en su último film nos recompensó con unas grandes líneas de guión en las que el Dr. Schultz contaba la historia de Broomhilda y Sigfrido. Al contarla, dijo algo que viene muy a cuento de la reflexión de hoy.

"Sigfrido escaló la montaña, porque no tenía miedo. Mató al dragón, porque no tenía miedo. Y cruzó el círculo de fuego, porque Broomhilda lo merecía."

Nuestra vida no es fácil. Si lo fuera no sería tan divertida. Es cierto que en muchas ocasiones el tirar la toalla está en nuestras cabezas. Siempre hay algo por lo que seguir, un proyecto. Un proyecto es algo difícil que hay que llevar a cabo. Está claro que la dificultad es un añadido en el acto de seguir viviendo.

En el ámbito laboral, las cosas son difíciles. Los duros estudios. Las tardes de encierro y sacrificio por una carrera universitaria. Los problemas para encontrar empleo. Los currículos, las entrevistas de trabajo.

La dificultad para ganar dinero en estos tiempos de crisis. Ésta imperiosa necesidad de sacar adelante a las familias. Una tarea que cada día es más difícil. Una tarea casi solo al alcance de unos pocos, con los bolsillos llenos y los escrúpulos bien enterrados.

La dificultad de superar una enfermedad. El miedo por lo desconocido. El pesimismo que ésta genera. Eso también es difícil. Seguir adelante estando enfermo es difícil. Para la persona y para sus familias. Es difícil fingir que todo es igual cuando alguien falta.

Éstas cosas son claros ejemplos de lo difícil que es ésta vida. Lo dura que es. La dureza y la dificultad van de la mano. Son pareja de hecho. Y sin embargo, y por muy duras que parezcan éstas cosas, la gente sale adelante y superan la dificultad. ¿Porque? Porque hay algo que lo merece. Algo que crea un incentivo para luchar por superar la adversidad.

Y la dificultad más fácil de superar es la de los sentimientos, porque nosotros los controlamos, salen de nosotros. Paradójicamente, se nos hace difícil. Una cosa es la teoría y otra la práctica. Superar las dificultades que plantean los sentimientos debería ser fácil, pero no lo es. Es difícil.

Tenemos dificultad a la hora de expresar los sentimientos. Dificultades para decir "Te Quiero". Dificultades para devolver el afecto, para dar lo que recibimos. Tenemos dificultades casi insalvables en el ámbito del amor, de la amistad y, en definitiva, de los sentimientos.

Si uno día de nuestras vidas superásemos la dificultad, probablemente viviríamos en un mundo mejor. Con más afecto, con más sinceridad. Algo mejor. Sin embargo el ser humano es débil y cae en la monotonía. La monotonía de tirar la toalla ante lo difícil. De no arriesgar, porque es difícil y si arriesgas a algo difícil, pierdes. Y así nos va.

Si nos fijásemos en la historia con la que empecé ésta reflexión, quizás, superaríamos las adversidades. Vencer la dificultad es vencer a quien lo hace difícil. Ya seas tú mismo, los demás o el miedo. Si nos hemos parado a pensar en algo o alguien, si nos detuvimos a soñar con ese objetivo o con esa persona, es porque somos capaces de lograrlo. Y somos capaces de vencer porque vale la pena.

Ninguna montaña es alta, si nuestro objetivo está en la cima. Podemos escalar esa montaña. Podemos luchar contra los impedimentos como si de dragones se tratasen. Podemos cruzar el fuego y tomar nuestro objetivo. Y podemos hacerlo si no tenemos miedo y si de verdad merece la pena.

Y esto ha sido todo por hoy. Reflexionen bien. Un saludo. Quieranme.

Aarón Hernández.

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