lunes, 4 de febrero de 2013

Hipocresía.


Bienvenidos una semana más a 7Artes. Ésta semana es muy especial porque mañana mismo cumplimos 100 entradas. Tendremos una reflexión especial. Sin embargo hoy traigo una reflexión, como es habitual los Lunes. Ésta semana no habrá música.

La reflexión con la que comenzamos la semana, trata de esa punzante y falsa máscara que es la hipocresía. La hipocresía está a la orden del día y en los últimos tiempos parece que se está convirtiendo en la bandera de una generación condenada al fracaso histórico.

La hipocresía es prima hermana de nuestro políticos, que la practican y alaban como si de una religión se tratase. Pongamos un ejemplo. El Partido político A está en el poder y roba. El partido político B los acusa de ladrones. Hay elecciones y el partido político B se hace con el poder y roba. El partido político A los acusa de robar.

Es el clásico dicho de ver la paja en el ojo ajeno y tener tu propio ojo lleno de paja como para alimentar a una cuadra de 15 caballos. La realidad es que echarle la culpa a los demás y mirar a otro lado es deporte nacional. Y los políticos lo hacen y mucho. Pecando de hipócritas cuando se acusan entre ellos. Todos han robado y todos han acusado. Y mientras tanto, los ciudadanos nos comemos su hipocresía y somos los verdaderos damnificados.

¿Y que hay de los ciudadanos? Más hipocresía. Gente que vota al partido A y luego lo critica. Gente que es del partido B y se queja del A, aunque el B robó antes y nos llevó a la ruina. Y vamos a dejarlo que es un lío. Ciudadanos que defienden lo indefendible.

Personas que se quejan de una acción y luego la hacen, y más concienzudamente. A Dios rogando y con el mazo dando. Castas y puras en casa, burdeles con patas fuera de ella. Tipos sobrios y tradicionales con problemas para sentarse cómodamente por las escapadas nocturnas mientras critican a un colectivo por su orientación sexual.

Revolucionarios que queman iglesias y luego ruegan a Dios. Gente que ruega a Dios y luego queman vidas y almas. Defensores de los animales de pacotilla que no se dan cuenta de las tonterías que hacen habitualmente. Yo si soy un defensor de los animales y mi fama me precede. Chupa tintas a los que les molesta el humo y luego se empolvan la nariz en cuanto tienen ocasión. Mujeres fatales y fuertes que se derrumban a las primeras de cambio. Hombres que dicen no ser celosos hasta que muestran que lo son.

Y la Iglesia. Cuna de la hipocresía. Siempre apoyándose en la religión para obrar mal. Iglesias que no pagan impuestos, curas que tienen un sueldazo por no hacer más que dar discursos y, de vez en cuando, realizar sempiternos movimientos cerca del monaguillo de turno. Masacres y genocidios escondidos bajo la misericordiosa mirada de la religión. La religión es buena. Es necesaria. La religión no es hipócrita. Dios no es hipócrita. La Iglesia es hipócrita.

A la orden del día. Giras una esquina y te topas con la hipocresía que te saluda con su falsa sonrisa. ¿Que es la hipocresía si no falsedad? Y falsedad de frente, con todas las letras. De una falta de educación abismal. Y es que la hipocresía es un problema de educación.

A mi me enseñaron a decir la verdad. A no hacerle a los demás, lo que no te gusta que te hagan. A respetar las opiniones, a debatir y justificar tus argumentos. Mi padre me dijo: Cuando estés seguro de que estás en lo cierto, tira hacia delante. Y esas palabras son las que te enseñan a ser auténtico.

Puede que muchas veces no cumpla la imagen de persona integra, de ciudadano modelo, de políticamente correcto, de ejemplo para la sociedad. Prefiero mil ejemplos malos como yo, a mil ejemplos hipócritas como los que andan sueltos. Yo tengo la frente alta y una convicción. Ellos solo tienen miradas al suelo y secretos bajo la cama.

Y esto ha sido todo por hoy. Sed fieles a un estilo. Nos vemos mañana con las 100 entradas de 7Artes. Y recordad lo que decía Francisco de Quevedo: "No es sabio el que sabe donde está el tesoro, si no el que trabaja y lo saca". Quieranme.

Aarón Hernández.

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