lunes, 25 de enero de 2016

Te intentarán destruir.


La gente habitualmente va a hacerte daño. Te criticarán por gordo, flaco, alto, bajo, tartamudo y por un sinfín de cosas más. Sin embargo, hoy hablaremos de la sensación de que te critiquen por listo. Que te juzguen por tu inteligencia o por tu forma de hablar.

¿Como es posible? ¿Como se puede criticar el talento?

Hay dos formas de criticar el talento. La primera viene de aquel que es talentoso y que puede juzgar la obra de los demás. Eso si, siempre desde el respeto y sabiendo de lo que habla. Un talentoso crítico cinematográfico puede criticar un film, pero difícilmente podrá criticar a un pintor.

La segunda, viene del mediocre. Nunca sabe de lo que habla ni va a ser respetuoso contigo. Sus críticas son destructivas. Más que eso. Normalmente el mediocre no te critica por lo que haces o lo bien que se te pueda dar. Te critican a ti, por ser tú. No es envidia. Muchos creen que la crítica destructiva viene de la envidia. Error. Esa gente no te envidia porque no aspira a hacer lo que tú haces.

¿Entonces qué?

No te entienden. Su critica y su deseo de destrucción vienen provocados por la falta de entendimiento. No es que no compartan tus gustos. No los entienden. Los mediocres no ven belleza donde puede no haberla a simple vista. No son genios. No son artistas y, en definitiva, no son talentosos en nada. Ni quieren serlo. El conformismo y la mediocridad son primos hermanos. Se conforman con lo que son y con sus vidas y sus gustos. Es respetable. El problema es que ellos no respetan.

Dentro de su conformismo no quieren complicaciones. Es entonces cuando, si tienes la mala suerte de cruzarte en la vida de alguno de estos individuos, empiezan los problemas. Alteras su paz. Tu forma de pensar, hablar y hacer bien lo que haces no casa con sus ideas preconcebidas y cuadriculadas. Y se ofuscan. Y te odian. Y te marginan.

Ahora bien, aviso para navegantes que surcan mis letras, no todo marginado es un genio, ni todo tipo sociable o de vida social agitada es un mediocre. Hemingway, Scott Fitzgerald o Picasso eran tipos que iban de fiesta en fiesta, por ejemplo. No, amigo marginado, quizás no seas un genio. No, tipo popular, quizás no seas un imbécil.

Todo depende del entorno y de saber rodearse. Eso debería ser fundamental. Y muchas veces pasa. A la gente inteligente le gusta la gente inteligente. Pero es en el proceso de formación, cuando los amigos y los entornos casi no se eligen, cuando se producen situaciones destructivas.

Y muy destructivas. Irán a por ti. Querrán destruir tu reputación. Te odiarán. Te destruirán. Si te dejas, claro. El truco es estar por encima. Ya lo estás en inteligencia. Bien. Deberías estar por encima también en fuerza. No se lo permitas. Que lo intenten, pero que no lo logren. Y llegará un día en el que todo eso esté atrás. En que encuentres tu lugar en el mundo y ya nunca más sientas la mirada del que juzga sin criterio.

Al final, estará en tus manos. Porque eres el único dueño de tu destino. Es muy difícil ser fuerte cuando te someten a mucha presión y, lamentablemente, estamos hartos de verlo. Siempre te van a rechazar por ser diferente y la inteligencia quizás marca la diferencia en un terreno tan seco en intelecto como el que hoy día habitamos. Pero hay que ser fuerte. Hay que refugiarse en lo más preciado que tienes. Tu inteligencia. Y si eres inteligente y racional, sabrás que algún día podrás mirarlos por encima del hombro. Nadie es superior a nadie, pero esa gente, esos mediocres destructivos, merecen que les devuelvas su medicina.

Un genio nunca sabrá que es un genio. Simplemente hará las cosas de forma diferente. Un mediocre si es consciente de su entorno. De como está y como seguirá estando. Yo quizás no sea un genio. Quizás ni siquiera sea inteligente a los ojos de muchos. Pero nunca seré mediocre. Por si alguien se lo va a preguntar. Lo sé, porque soy diferente.

"Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar" - Mark Twain.

Aarón Hernández.

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