jueves, 9 de agosto de 2018

Tomando para sí lo ajeno.


El dibujo, perfectamente elaborado en Paint, que ilustra este artículo es una representación fiel del logo de Cabronazi. No he puesto el verdadero logo, vayamos a que venga su abogada y me demande por utilizar tan mítica y elaborada seña de identidad como es ese logo. Casi tan elaborado como el que he hecho yo. (A mitad del puto dibujo me cansé)

Bien amigos ¿Os acordáis cuando a todo el mundo le hacía gracia Jorge Cremades? ¿Os acordáis de cuando os hacía gracia Dani Rovira? ¿Os acordáis del éxito de Hamza Zaidi? Ah no, ese sigue teniendo éxito. Bueno, el punto es que la gran mayoría de esta gente triunfó y al cabo de un par de años algo empezó a oler a rancio y se cayeron con todo el equipo. Ídolos de barro.

Nuestro protagonista de hoy, Cabronazi, es más de lo mismo. No tiene un Goya, ni una barba espartana. Si tiene la facilidad de jugar con los tópicos como Hamza Zaidi, pero esa es otra historia. La clave es muy simple. Cabronazi es un plagiador. Eso no es nada nuevo. Quien se acabe de dar cuenta probablemente se haya caído de un maldito ciruelo. Cabronazi es un mangante. (Abogada is coming)

Antes de continuar, echemos la vista atrás. Porque ni de coña ha sido el único. Parafraseando a Kase O: "parece que fue ayer cuando profeticé el apocalipsis". Hace años ya señalé cuentas en Tuister que robaban ideas de otras con menos seguidores y las hacían suyas. Miles de chistes sacados de sus camas en medio de la noche y ejecutados en una cuenta con una foto de perfil del monstruo de las galletas ¿Recordáis a @DeboConfesarQue? Menudo despojo. @OtroGuapoSuelto, otro que bien bailaba. Esos eran tan ladrones como el señor Cabra Nacionalsocialista.

Entonces ¿Por qué no triunfaron hasta el nivel de convertirse en empresa? Muy simple. Tuister está lleno de amargados. Como tú, que me lees y yo. En Tuistah al minuto uno ya había treinta desgraciados como yo llamando plagiadores a @TengoLaNecesidadDeExpresarQue y a @OtroFermosoEnLibertad. Y al final desaparecieron cuando cumplieron los 18.

Sin embargo, nuestro Hitler vestido de rosa ha triunfado porque, más allá de que ahora esté hasta en la sopa de las redes sociales, empezó en Facebook. Y todos sabemos que en Facebook hay una fauna curiosa. Padres, cuñados, señores de 60 que no aceptan que su destino es depositar sus pensamientos en la muerte y gente con severas limitaciones. En Facebook nadie iba a ir a Cabronazi a decirle plagiador. Luego tuvo el último gran boom en Instagram. La red social del postureo, los influencers AKA tontos del pueblo con móvil y los momos de baja calidad.

Y así, sabiendo cual era su mercado, llegaron las marcas, la publicidad y el dinero. Unos 370.000 euros anuales para una empresa que se supone tiene tres socios pero de la cual solo se conoce uno. Una empresa que amenaza a otras cuentas que plagian su plagio previo. Porque cuando vas dando patadas en la entrepierna a la gente es muy gracioso, hasta que te la dan a ti.

Llegados a este punto, que cada perro se lama su capullo y que cada cual gane su dinero como quiera. Una puta mierda. No a costa de los demás. No a costa de estar peinando las redes sociales en busca de las ideas de otro y llevarlas contigo a tu basura de holding de cuentas de Facebook. Pero esa es la sociedad en la que vivimos. En la que triunfa un ladrón por delante de una persona con talento. O ni eso, quizás no con talento, pero si con gracia.

¿Cuánto del dinero generado por el infame Cabronazi es fruto de su esfuerzo? Poco, bastante poco. Tweets, vídeos y momos robados viralizándose y llenando los bolsillos del tipo sin escrúpulos que esté detrás de esa cuenta. Y a los demás, a los que os han robado ideas, que os den por culo. Pues me parece injusto.

En la era de la apropiación cultural y del "vales más si tienes más seguidores" esta gente triunfa. Pero nada de lo que yo diga sirve. Ni siquiera lo que ha saltado hoy a la palestra servirá. La gente seguirá compartiendo, dando like y etiquetando a amigos en las publicaciones de Cabronazi y de otros plagiadores. Porque da igual si el chiste es tuyo, Cabronazi llega a más gente.

Y esa es mi opinión. Todo es una mierda. Como se nota que soy más de Tuister.

Aarón Hernández. 

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